Sólo me has rozado o el fin de una etapa
Anoche el hombre de mi vida me llevó de concierto. El frío de la noche se notó dentro de la sala pero tan solo al principio ya que a medida que avanzaba el concierto el ambiente se animaba e incluso el, casi siempre estático, público isleño mostró cierta reacción animada ante Tulsa. Para calentar motores salieron con muchas ganas Proyecto Tatlin y una hora después apareció sobre el escenario la pequeña Miren Iza con su guitarra acústica y junto a ella el resto del grupo. La guipuzcoana ha cambiado la actitud punk de rabiosa riot girrrl adolescente y las guitarras desenfrenadas de su anterior grupo, Electrobikinis, por el desgarro del folk rock. Aparece ahora mucho más pausada e intimista, regalándonos un puñado de canciones directas, desnudas historias cotidianas de rencor, desamor y olvido. Su música bebe de las raíces mismas del folk rock americano, donde Dylan o los Jayhawks se citan como referencias obligadas (y ya puestos excediéndome un poco nombraría también a la mismísima Cat Power) aunque en esta ocasión con un deje más propio que incluso también llega a recordar a figuras más cercanas como la de Christina Rosenvinge o incluso Nacho Vegas. Esta claro que es la voz de Miren la mejor baza para cautivarnos con desnudos emotivos e inquietud desgarrada que evoca momentos íntimos, paisajes nocturnos y siempre solitarios, aderezados con alguna que otra dosis de ironía rabiosa, envuelto todo ello en una atmósfera muy de carretera. Su voz rota y sugerente nos sirve de perfecta guía para unas canciones llenas de dolor y decepción en situaciones algo confusas, pero que en ningún caso resultan melancólicas o tristes. Al fin y al cabo Tulsa nos emociona por la mezcla que ofrecen de una dulce voz cantando letras conmovedoras envueltas por melodías folk. Cayeron todas, Carretera, Estúpida, Oviedo, Ya no somos invencibles, Limonakis, o la genial Seguramente me lo merezco, por citar algunas destacadas, e incluso guiños al grande Nick Cave. Tras eso saludaron, dieron las gracias a los allí presentes (que ya en ese momento se habían animado lo suficiente incluso para corear algo al grupo) y después de ello se marcharon por donde habían venido dispuestos a representar el teatrillo esteriotipado típico al final de cada concierto; ya que casi sin dejar tiempo para reclamar debidamente su presencia de nuevo sobre el escenario salieron para ofrecer un par de bises. Eso si, lo que quedó claro es que la pequeña Miren es enorme.
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