Al calor de una smoking room
Anoche vi a Nacho Vegas. Por partida doble. En el concierto acústico, sin más acompañamientos que una guitarra y su desgarbada elegancia. El Xesc Forteza casi lleno. Salió tímido pero poco a poco se fue creciendo en el escenario. Hasta la tercera canción no habló, y aunque tan solo dijo un hola y gracias por venir se oyeron algunas risas entre la gente, y es que el asturiano no es muy dado a interrelacionarse con el publico. En su anterior visita, en primavera (aquella vez acompañado de las esferas invisibles) estuvo mucho mas arisco que anoche, casi ni abrió los ojos y ni mucho menos la boca entre canción y canción.
Ayer hizo un repaso de los temas más intimistas de su ya dilatada discografía (El hombre que casi conoció a Michi Panero, Ocho y medio, Donde vas Miss Carrusel, Nuevos planes idénticas estrategias) con esa característica mezcla de dulzura, humor negro y autolesiones emocionales. Además presentó también temas de su disco con Bunbury (el cazador, días extraños…) y un par de piezas de lo que será su próximo disco de revisiones del cancionero asturiano.
Yo eché en falta un par de canciones a mi modo de ver imprescindibles, pero al parecer no se puede tener todo, y reconozco que hay temas que no aguantan un formato tan básico.
Hubo muchos buenos momentos, como mínimo uno por canción, y es que anoche sí fue un placer escucharle.
A lo largo del concierto se impuso esa chocante devoción religiosa que Nacho Vegas, voluntaria o involuntariamente, ha inculcado entre sus seguidores. Y es que el asturiano ha ido poco a poco ganándose cierto prestigio, llegando incluso a ese, cuanto menos extraño, estatus actual de artista maldito pero un poco menos en el que tan a gusto parece encontrarse.
Y es que es indudable que el ex Manta Ray se encuentra en un momento dulce musicalmente hablando.
Después coincidí con él en el Cultura Club, y me resultó un tipo mucho más agradable y cercano de lo que a priori pueda parecer. Un Hola que tal soy Nacho al presentarse me sorprendió muy mucho cuando lo habitual en estos casos es derrochar cierta arrogancia y presuntuosidad. Estuvimos hablando del EL Hijo, que andaba también por allí, de su próxima visita a la isla, bla bla bla… Me quedé con ganas de hablar de El Puerto de Santa María. También admitió que el de primavera no fue el mejor concierto de su vida, que esa noche tenía un mosqueo impresionante, y de ahí su bordería. Yo le contesté que la gente que había ido a verle y pagado la entrada no tenía culpa de ello, y me dijo que él era así y que aunque quizás no es el mejor modo de ser, la gente que va a un concierto suyo lo sabe. Y a eso le otorgué callando, porque es rotundamente cierto, y se le perdona eso y mucho más si cabe porque el gran acierto del asturiano es que se expresa libremente siempre escuchando los latidos de su corazón. Él es así y gusta por ello, con lo bueno y con lo malo. La de primavera no fue su gran noche, pero ayer dejó claro que también las tiene buenas.
Toni Pla estaba en su línea artificialmente dicharachera. Y yo hoy tengo resaca.
Ayer hizo un repaso de los temas más intimistas de su ya dilatada discografía (El hombre que casi conoció a Michi Panero, Ocho y medio, Donde vas Miss Carrusel, Nuevos planes idénticas estrategias) con esa característica mezcla de dulzura, humor negro y autolesiones emocionales. Además presentó también temas de su disco con Bunbury (el cazador, días extraños…) y un par de piezas de lo que será su próximo disco de revisiones del cancionero asturiano.
Yo eché en falta un par de canciones a mi modo de ver imprescindibles, pero al parecer no se puede tener todo, y reconozco que hay temas que no aguantan un formato tan básico.
Hubo muchos buenos momentos, como mínimo uno por canción, y es que anoche sí fue un placer escucharle.
A lo largo del concierto se impuso esa chocante devoción religiosa que Nacho Vegas, voluntaria o involuntariamente, ha inculcado entre sus seguidores. Y es que el asturiano ha ido poco a poco ganándose cierto prestigio, llegando incluso a ese, cuanto menos extraño, estatus actual de artista maldito pero un poco menos en el que tan a gusto parece encontrarse.
Y es que es indudable que el ex Manta Ray se encuentra en un momento dulce musicalmente hablando.
Después coincidí con él en el Cultura Club, y me resultó un tipo mucho más agradable y cercano de lo que a priori pueda parecer. Un Hola que tal soy Nacho al presentarse me sorprendió muy mucho cuando lo habitual en estos casos es derrochar cierta arrogancia y presuntuosidad. Estuvimos hablando del EL Hijo, que andaba también por allí, de su próxima visita a la isla, bla bla bla… Me quedé con ganas de hablar de El Puerto de Santa María. También admitió que el de primavera no fue el mejor concierto de su vida, que esa noche tenía un mosqueo impresionante, y de ahí su bordería. Yo le contesté que la gente que había ido a verle y pagado la entrada no tenía culpa de ello, y me dijo que él era así y que aunque quizás no es el mejor modo de ser, la gente que va a un concierto suyo lo sabe. Y a eso le otorgué callando, porque es rotundamente cierto, y se le perdona eso y mucho más si cabe porque el gran acierto del asturiano es que se expresa libremente siempre escuchando los latidos de su corazón. Él es así y gusta por ello, con lo bueno y con lo malo. La de primavera no fue su gran noche, pero ayer dejó claro que también las tiene buenas.
Toni Pla estaba en su línea artificialmente dicharachera. Y yo hoy tengo resaca.
<< Home