sin una dirección
Estos días es como vivir una y otra vez dentro de la canción de El columpio asesino Sintetizadores sobre motos y guitarras. El título ya dice mucho, una locura de guitarras motorizadas, voces enloquecidas con eco y ruidos electrónicos. Genial pero auténticamente una locura. Trompeta de ultratumba incluida. “si vuelvo a caer me volveré a levantar” eso es lo único que tengo claro, aunque tan solo a ratos.
Los momentos más tranquilos se asemejarían a la inquietante quietud que transmite Gaviotas perdidas en el centro del mar. Caja de música le hace competencia en esos momentos de serena locura que aparecen solo antes de que la ansiedad haga acto de presencia. Lucas 44-48 incluye letras bizarras con un alocado ritmo de fondo. Como en los momentos en los que la gallardía me invade. No llores más representaría los momentos más balsámicos. Esos en los que tanta tensión acumulada se refleja en lágrimas vertidas en soledad mientras intentas creer en eso de que “el viento te hará soñar”. “Fuimos de nuevo engañados, nada de nada de nada de nada de esto jamás cambiará, está podrida” reza la genial Floto mientras pienso en cómo son capaces de reflejar todos y cada uno de los sentimientos que tengo (o más bien sufro) en estos momentos. También hay momentos en los que, por qué no decirlo, me pongo muy puta, sobre tacones incendiando calmas ajenas porque sí, calor y fuego como en la zorra. La perra del hortelano fue desde el primer momento mi canción preferida del disco, y en estos momentos se me antoja como el quejido más profundo.
Todas ellas salidas de un disco, De mi sangre a tus cuchillas, extremo en contenido y en mensaje. Con insultos y tacos mezclados con amenazas y desprecio, eso sí, todo ello entre riff de guitarra, redobles de batería y gritos guturales. Lleno de ritmos agresivos, tenebrosos, letras recalcitrantes y una atmósfera de terror y peligro que impregna toda su música. Malabares ultrasónicos donde todo se confunde.
Así me encuentro yo en estos momentos.
Este grupo me tiene en el bote desde la primera escucha, y recurro a ellos con cierta frecuencia, pero vivir como si estuviera dentro de uno de sus discos ya me resulta más estresante.
Los momentos más tranquilos se asemejarían a la inquietante quietud que transmite Gaviotas perdidas en el centro del mar. Caja de música le hace competencia en esos momentos de serena locura que aparecen solo antes de que la ansiedad haga acto de presencia. Lucas 44-48 incluye letras bizarras con un alocado ritmo de fondo. Como en los momentos en los que la gallardía me invade. No llores más representaría los momentos más balsámicos. Esos en los que tanta tensión acumulada se refleja en lágrimas vertidas en soledad mientras intentas creer en eso de que “el viento te hará soñar”. “Fuimos de nuevo engañados, nada de nada de nada de nada de esto jamás cambiará, está podrida” reza la genial Floto mientras pienso en cómo son capaces de reflejar todos y cada uno de los sentimientos que tengo (o más bien sufro) en estos momentos. También hay momentos en los que, por qué no decirlo, me pongo muy puta, sobre tacones incendiando calmas ajenas porque sí, calor y fuego como en la zorra. La perra del hortelano fue desde el primer momento mi canción preferida del disco, y en estos momentos se me antoja como el quejido más profundo.
Todas ellas salidas de un disco, De mi sangre a tus cuchillas, extremo en contenido y en mensaje. Con insultos y tacos mezclados con amenazas y desprecio, eso sí, todo ello entre riff de guitarra, redobles de batería y gritos guturales. Lleno de ritmos agresivos, tenebrosos, letras recalcitrantes y una atmósfera de terror y peligro que impregna toda su música. Malabares ultrasónicos donde todo se confunde.
Así me encuentro yo en estos momentos.
Este grupo me tiene en el bote desde la primera escucha, y recurro a ellos con cierta frecuencia, pero vivir como si estuviera dentro de uno de sus discos ya me resulta más estresante.
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