lunes, agosto 04, 2008

I'm gonna tell you something you should know after all


Intento abrir los ojos y de nuevo imagino que tengo la cabeza repleta de anarquistas y que cada uno de ellos se dedica a poner bombas en cada rincón de mi cerebro. Mi regresión a la adolescencia continúa y el verano ayuda a fomentarlo. “Te voy a decir una cosa, Cris, si está con una tía como ella quizás él tampoco mole tanto. Te has quitado un peso de encima (y nunca mejor dicho)”. Y vuelvo a ser la mala. Se dice, se cuenta, se rumorea… y nosotros encantados, porque aun sonreímos al vernos. ¿Sabes qué? y me acerco y te lo digo al oído. Suena una canción cualquiera que desde ese momento será una gran canción. Tu sonrisa encandila mi alma, aunque esta vez por tu acatamiento, mi destierro y soledad. Vi las fotos de aquel viaje a Sevilla y no me porté bien, después te eché de menos mucho tiempo. A veces pienso que tuve una adolescencia insufrible e impertinente, y resulta que eres mucho mejor persona de lo que seré yo nunca. Me he acostumbrado a este rol adquirido y he ido mimándolo tan en exceso que cuando aparece alguien que me hace temblar me entra miedo. Creo que ya no soy ni la mitad de lo que fui. Que asco de años… Como convertida en la mitad de mi misma, las cosas que antes escapaban a la normal inteligencia de mi yo entero, ahora empiezan a cobrar forma y sentido alguno. Quizás lo que ocurre es que he perdido la mitad que hacía de lastre, que me empujaba a quedarme en este mundo tan real. Y me quedo con esta mitad porque aunque sea solo eso, una mitad, me es mucho más útil que el total. Como toda persona entera, en mi mitad pero entera, ni soy buena ni mala persona, sino una mezcla de todo. Tan solo aspiro a la abolición de la realidad, ¿para qué anhelar lo real? Es aburrido, repetitivo, pesado y duradero. Ahora, déjame dar otro paso más que esta mitad se estremece de nuevo.