martes, agosto 05, 2008

Nothing that the road can not heal o can you deliver me from the evil?


Tras saber que Conor Oberst iba a publicar un disco dejando de lado el bonito nombre de Bright Eyes para hacerlo bajo el suyo propio pensé que sería algo diferente a lo que nos tenía acostumbrados. Pensé por un momento que iba a dejar de lado la melancolía tranquila de sus últimos trabajos para dar paso a una rabia más desenfrenada, pero no es así, ya que tras una serie de escuchas me he encontrado, para mi sorpresa inicial, algo muy en su línea. Entonces, a qué viene el recuperar su propio nombre tras 13 años? Bueno, quizás simplemente es que le dio por ahí y punto. A lo peor tiene una razón mucho más mística (en Cassadaga ya le iba este rollito) y por eso ahora se hace acompañar de una banda llamada Mystic Valley. Eso sí, a pesar de todo presunto intento de misticismo, el disco mola y me mola porque tiene un punto optimista sin llegar a producirme esa rabia tan característica mía que me da todo aquello que destile felicidad puerilmente. En esta ocasión tan solo atenúa ese pesimismo tan suyo (pero solo porque esta vez no se nos arrastra entre lamentos insufribles no porque el chico sea la alegría de la huerta). Mientras tanto, él va llenando nuestro espacio de country rock.