lunes, marzo 02, 2009

And we're all going straight to hell

Ya me han puesto la linterna en la cara, y tan solo he tenido que esperar un par de meses para que esto ocurra. El caso es que iba yo tan tranquila de vuelta a casa con mi música y dejando que mi mundo volviera a girar, al menos en mi cabeza, al final del día cuando de la nada más absoluta salió un coche de policía con las luces y la sirena tan peculiar. Así que entre extrañada y tranquila me aparto a un lado y hago uso del manual del perfecto conductor en yankilandia, manos visibles al volante y actitud conciliadora, que ya sabemos como se las gastan aquí. Por el retrovisor veo como sale un poli tamaño 2x2, vale que yo soy bajita y eso, pero es que aquí son muy grandes. Mantengo mi sonrisa MonaLisa a pesar de que la linterna en la cara me deslumbre por completo, y empieza el ritual de los papeles, primero carnet de conducir yanky y después de preguntarme el motivo de mi estancia en los USA se permite el exceso de pedirme el pasaporte, la I94 y hasta el DS2019 (una se acostumbra a salir de casa completamente empapelada). Tras comprobar que todo está en orden con eso me pregunta si conozco el motivo por el cual me ha parado a lo que yo contesto que no lo se, porque la verdad es que no tengo ni la más remota idea, y me suelta con gesto muy serio que he hecho un giro sin poner el intermitente. Ante mi asombro pienso “joer, que tiquismiquis estos yankies, a ver cómo le explico yo ahora a este que vengo de Mallorca, que allí los intermitentes parecen de adorno, y que después de tanto tiempo supongo que algo se me habrá pegado, que va implícito en el genoma del buen conductor mallorquín, intermitente? para qué? si giro ya, tanmateix!” Pero mientras mi vocecita interior dice eso me oigo a mi misma replicar con un “no me diga!? de verdad que lo siento mucho, no se cómo ha podido pasarme, lo cierto es que estoy buscando una dirección y ando algo perdida, muy despistada, quizás haya sido por eso, entiendo perfectamente que me pare, por cierto… me vendría muy bien su ayuda, porque no conozco muy bien la zona y creo que me he perdido, podría usted indicarme cómo llegar?” A ver si aludiendo como quien no quiere la cosa a su espíritu salvador de una pobre ciudadana en apuros me deja tranquila con el intermitente de las narices. En seguida noto como rebaja su actitud, hasta creo vislumbrar un atisbo de sonrisa en su expresión, y lo más importante, me quita la linterna de la cara. Después me indica muy amablemente como llegar (a mi propia casa, hay que joderse) y me dice muy serio que no vuelva a ocurrir lo del intermitente (adoptando en ese momento una actitud entre perdona-vidas y paternal) y que la próxima vez no tendrá más remedio que hacer un informe, a lo que yo contesto siguiendo con mi actitud de buena niña con un “oh! de verdad, gracias por no multarme, le aseguro que no se volverá a repetir” y lo remato con un asquerosamente encantador and thank you for your kind help, aludiendo de nuevo a su parte más vulnerable y autocomplaciente, a lo que contesta sonriente y satisfecho.
Lo importante es que de querer multarme ha pasado a querer ayudarme, consigo que me deje en paz, a mí y a mi intermitente, y me voy a mi casa por el camino que él me ha indicado.
(por cierto, yo creo que lo puse!)

Y para rematar este lunes, aquí pongo hoy canciones de Mclusky que pese a no ser una gran banda si está siempre entre mis, incluso incomprensiblemente, mimadas. A veces resultan hasta algo rudos, toscos, otras veces muerden como quiero que muerdan y por eso me gustan, y son siempre perfectos para muchos momentos, por lo que recurro a ellos fácilmente. Vale que son previsibles, pero me sirven bien con esas canciones descarnadas, guitarras aparentemente desbaratadas y furiosas a juego con las letras afiladas y siempre dinámicas. Supongo que es un ejemplo, entre tantos, de mi debilidad por el encanto de la imperfección.