viernes, abril 17, 2009

So be it

Creo en Kevin Shields todopoderoso, creador del cielo en la tierra, psicodelia eterna. Creo en sus canciones, su música, nuestro señor, concebidas por obra y gracia de su comportamiento obsesivo, del perfeccionismo y de la hipnagogia. Nacidas de un músico detallista y desasosegado padecieron reverberaciones, efectos trémolo, volúmenes alterados y múltiples ingenieros de sonido. Se sintió extenuado y confundido, se encerró en sus infiernos y a la década resurgió de entre sus demonios, subió a los escenarios de nuevo y está sentado a la derecha de Bilinda Butcher. Desde allí reestablecerá los mandatos de su obra, eterno referente, y de nuevo intentará reproducir lo que suena en su cabeza con capas y capas superpuestas de guitarra intentando ocultar la melodía y las letras, que tan solo se intuyen, dotando al sonido de una densidad eufórica y alucinógena, creando una atmósfera asfixiante, oscura y apabullante.

Creo en My Bloody Valentine, en sus frágiles equilibrios, en Isn’t anything, en el ruido, en Feed me with your kiss, en las letras sugerentes, en los pedales, en You made me realise, en la reinvención del sonido de la guitarra, en Loveless y en la vida eterna. Amén.