Frente a tus demonios
Tres cuentos, tres mujeres, tres puntos de vista y tres formas de ser muy diferentes. Un solo libro que me ha cautivado.
En el primer cuento, "La edad de la discreción", se refleja la vejez y la madurez de una relación. Y me gustó.
En el segundo cuento, "Monólogo", se muestra una mujer amargada que nos cuenta su vida a desorden. Es el que menos me ha gustado y he hecho un esfuerzo para terminarlo aunque al final se llega a comprender como ha llegado a esa penosa situación tras hacer de las relaciones amorosas su única justificación en la vida. Un ejemplo de a donde no quiero llegar.
En el tercero, "La mujer rota", asistimos a la historia de una mujer a la que engaña su marido, que conoce la situación y que se enfrenta a ésta adoptando estrategias para no perderle que finalmente no resultarán y que terminarán provocando esa pérdida y el abandono hasta de ella misma. Me ha encantado. Lo he disfrutado.
Víctima estupefacta de la vida que ella misma eligió: una dependencia conyugal que la deja despojada de todo y de su propia voluntad. No sabe como actuar ante esta situación porque no sabe actuar siendo ella misma.
La lucha consigo misma, la autocontención, las ganas de gritar reprimidas con el propósito de mantener a su marido cerca mientras ve que se aleja irremediablemente. Un mal consejo, o un consejo inútil con la intención de que su relación salga indemne del engaño, nada de hacerse la víctima o la energúmena. “Sé comprensiva, sé alegre. Antes que nada, sé amistosa”
Este último cuento es el que realmente me ha cautivado.
Quizás porque (salvando las distancias de los años y el tipo de relación, claro) se lo que es vivir a tres bandas. Lo duro que resulta y lo que una se come la cabeza por todos y cada uno de los detalles. Ahora pido (que digo pido, exijo) lealtad ante todo. No creo que lo soportara. Soy celosa, lo admito. Y no puedo compartir a un hombre.
Toda relación duradera se convierte en una trampa.
Es imposible salir intacta.
En el primer cuento, "La edad de la discreción", se refleja la vejez y la madurez de una relación. Y me gustó.
En el segundo cuento, "Monólogo", se muestra una mujer amargada que nos cuenta su vida a desorden. Es el que menos me ha gustado y he hecho un esfuerzo para terminarlo aunque al final se llega a comprender como ha llegado a esa penosa situación tras hacer de las relaciones amorosas su única justificación en la vida. Un ejemplo de a donde no quiero llegar.
En el tercero, "La mujer rota", asistimos a la historia de una mujer a la que engaña su marido, que conoce la situación y que se enfrenta a ésta adoptando estrategias para no perderle que finalmente no resultarán y que terminarán provocando esa pérdida y el abandono hasta de ella misma. Me ha encantado. Lo he disfrutado.
Víctima estupefacta de la vida que ella misma eligió: una dependencia conyugal que la deja despojada de todo y de su propia voluntad. No sabe como actuar ante esta situación porque no sabe actuar siendo ella misma.
La lucha consigo misma, la autocontención, las ganas de gritar reprimidas con el propósito de mantener a su marido cerca mientras ve que se aleja irremediablemente. Un mal consejo, o un consejo inútil con la intención de que su relación salga indemne del engaño, nada de hacerse la víctima o la energúmena. “Sé comprensiva, sé alegre. Antes que nada, sé amistosa”
Este último cuento es el que realmente me ha cautivado.
Quizás porque (salvando las distancias de los años y el tipo de relación, claro) se lo que es vivir a tres bandas. Lo duro que resulta y lo que una se come la cabeza por todos y cada uno de los detalles. Ahora pido (que digo pido, exijo) lealtad ante todo. No creo que lo soportara. Soy celosa, lo admito. Y no puedo compartir a un hombre.
Toda relación duradera se convierte en una trampa.
Es imposible salir intacta.
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