sábado, febrero 10, 2007

Numbness

Todo el mundo celebra estos días el tercer disco de The Shins. Que si una maravilla, que si uno de uno de los discos de pop-rock independiente del año…
Y yo digo que no es más que una golosina. Sin más.
Aunque es justa y necesaria su escucha.
En este tercer disco Wincing the night away se nota un aire más nostálgico, melancólico, más calmado, casi otoñal…
Al parecer james Mercer tiene problemas para dormir. Como yo.
The Shins me parece un grupo bueno, y punto. Bueno pero no maravilloso. Quizás los veo así por la insistencia de la prensa de verles como salvadores del pop, y ello me ha obligado a tomármelos con cautela. Quizás por querer llevar siempre la contraria. Quizás… Lo que está claro es que es una de esas bandas que te arrancan una sonrisa, que te hacen sentir bien. Sus discos son de los que encandilan más cuanto más veces lo escuchas.
El asunto comienza muy bien, con una canción con un nombre tan sugerente como Sleeping lessons, (Just put yourself in my new shoes, and see that I do what I do). Después nos invitan a volar con Australia, de esas canciones que acaban ganando con el paso de las escuchas; para continuar con la escasa Pam Berry que casi se podría tomar como una intro a la siguiente canción, Phantom limb con un bajo distorsionado que me gusta a rabiar y que se me antoja a sueños rotos. Sea legs me suena a otra cosa menos a ellos, un patinazo justo a medio camino para después arreglarlo en cierto modo con red rabbits. Turn on me aun sin ser gran cosa me gana con “and do adults just learn to play, the most ridiculous, repulsive games”. Black wave es bonita pero se nota que pretende ser onírica cuando lo que resulta es hasta claustrofóbica. Split needles nos confirma lo que se intuye a medida que avanza el disco, directos sin remedio hacia la melancolía. Girl sailor me suena a introspección, abstracción o ambas cosas a la vez pero en cualquier caso un coñazo. Para terminar con las guitarras lánguidas de una oscura A comet appears que reza "There is a numbness In your heart and it’s growing".
[Solo una puntualización más: por momentos Mercer tiene un tono Morrisey que asusta]
Un disco de pop como toca, en el que la melodía es la protagonista. De eso no hay duda. Un poco tostón a ratos aunque eso sí, nos lo intentarán vender como madurez. Pero sobre todo una oda al insomnio en el que es fácil sumergirse y del que es muy complicado salir.