miércoles, agosto 06, 2008

C’mon, we got a lot to lose, so maybe we can lose it all tonight!

Nadie nos hace partícipes de sus miserias como Mark Eitzel.
Si hubiera escuchado este disco cuando salió, no hubiese entendido una mierda y, por supuesto, tampoco hubiera sabido apreciarlo debidamente. De modo que agradezco que apareciera ante mi cuando ya estaba un poco más crecidita. ¿Cómo sino poder entender un crudo repaso de las relaciones y el amor surgido en los antros más sucios y oscuros, en las profundidades de la miseria y la desolación de quien se sabe perdedor de antemano, cantándole al alcohol, al desamor, al sexo y las arrugas del alma? Si hubiera sido capaz de aceptar y entender eso a los 10 años, no sería una persona muy normal, ni entonces ni ahora. Creo que se necesita cierto recorrido para pillarle el rollo a American Music Club y yo ya miraba de frente la veintena cuando apareció ante mi, con sus desengaños, con sus humillantes situaciones, con su tristeza insoldable y su emocionante perfección. Y no me mal interpretéis, hoy no estoy triste ni me siento derrotada, más bien todo lo contrario. Hace buen día y me voy a la playa, ayer fue un gran día y mañana también lo será. Pero eso no quita que me apeteciera darle un rato a AMC y al exilio que se puede encontrar en este bello y emotivo disco. California puede sonar evocador, menos en palabras y voz de Eitzel.