viernes, agosto 08, 2008

Jet Lag

A veces creo que soy una inmadura que finge todo el rato. Ayer al final no fue un gran día como pronostiqué que podía ser y me pasé gran parte de la tarde en el hospital acompañando a Patricia (que llegó directa del aeropuerto) cuando ya no había mucho más que hacer por su madre. Si la agonía de las horas de espera mientras se coordinaba todo el dispositivo estatal de donaciones de órganos me resultó eterna, para ellos debió ser un auténtico calvario. Yo llevo bien estas situaciones, siempre ha sido así, pero lo cierto es que se revuelve algo en mi interior que después intento canalizar de un modo u otro. Anoche me pillé tal borrachera que esta mañana no era capaz casi ni de conducir hasta el trabajo.

Anécdota surrealista: Sara y yo acompañando a Patricia y esperando junto al resto de la familia de Mercedes (marido, hijos, hermanos…) todos llorando la muerte inesperada, y de repente aparece una espontánea que nos pregunta “aquí qué ocurre?” Si formulas según que tipo de preguntas encima no te quejes si recibes una contestación como la que le di. “Usted qué cree señora, estamos en una clínica, frente a la UCI y hay un montón de gente llorando, desde luego no reparten caramelos así que por favor un poquito más de consideración”