And the (her) world is drawn into your (his) hands or betrayed desires
Ahora mírame y cuéntame la verdad. Anoche cuando el hombre de mi vida me devolvió a casa (porque no me llevó, me devolvió, que a veces es preciso destacar los matices) a mi no se me ocurrió otra cosa que abrir la caja de pandora, y lo hice de un modo totalmente consciente. Donde más duele, para acabar la semana además de cansados jodidos. Con lo que yo le he querido, le quise y le quiero. Creo que nos hemos pasado en nuestro intento de racionalizar las cosas, pero también entiendo que quizás es el único modo viable que queda. Siempre necesitó tenerlo todo bien organizado a su alrededor, quizás demasiado, pero resulta que mi orden es mucho más caótico. Le invité a relativizar las cosas para, de ese modo, poder afrontarlas como materia particulada cuando la vida te asedia con su ironía, porque ahora resulta que es él el que no sabe en que punto se encuentra y yo al menos se cual es en el que no quiero estar. En tantas ocasiones me miento tanto a mi misma que me lo termino creyendo, soy una experta. Si bien cuando lo dije era verdad, aunque fuera tan solo en ese instante puntual. Como él muy bien dijo anoche, cuando comenta o cuenta algo, generalmente ya tiene la decisión tomada tras haberse pasado varios días dándole vueltas al asunto. Entonces!? Qué más quieres de esto? Ayúdame a saber qué buscas en mi. Para nuestra miseria no se hacer magia, si la hiciera tendría una varita mágica con la que poder salir del bucle con un solo toque. Me resulta bastante extraño saber lo que le ocurre a una persona sin tener la necesidad de que me lo cuente, pero aun así yo quiero oírselo decir, quiero oír las palabras que su mente retorcida y organizada busca y pone en su boca para que las escupa sin apenas atenderse a si mismo. Una vez que has aprendido a escuchar los murmullos del alma de alguien es muy difícil dejar de percibirlos. Notarle. Oírle los silencios. Leerle los gestos más insignificantes. Que alguien me resulte tan sumamente traslúcido y diáfano me da algo de miedo. El no estar a la altura de las circunstancias también.
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