I can be a tiger!
Me he pasado todo el fin de semana haciendo nada, lo cual ya es bastante. He vuelto de Chicago con el trabajo bien hecho, la oportunidad aprovechada y un par de ideas más en la cabeza. También me he traído un par de resacas de más, nuevas certezas sobre mi, mil y una diferencias más entre el northeast y el southwest y muchas horas de sueño de menos. Después de lo intenso del previo a este viaje vuelvo y lo hago con un ritmo diferente, más pausado si se puede, o esa es mi descarada intención. La semana que viene probablemente volveré a caer en lo de siempre, lo se, pero por el momento mi propósito es firme. Digamos que comienzo de nuevo, como un curso de inicio y no sólo porque en unos días se cumpla un año de mi llegada a los USA, y vuelva a plantearme si fue o no correcta la decisión de desahuciarme la vida y venirme y demás. No es por eso, eso me lo pregunto casi a diario (aun) y cada día la respuesta es distinta. Más bien el viaje me marca un antes y un después en el ritmo, y pretendo seguir haciéndolo válido por un tiempo más. La decisión de quedarme unos meses más en la soleada California ya es firme.
Camino de la década dedicada a esto a lo que, por el momento, me dedico me doy cuenta de que el que me guste tanto mi trabajo es tan bueno como malo. También es cierto que llevo muchos años más atrapada en las canciones que conforman un modo claro de expresar lo que no puedo hacer de otro modo (quien me conoce bien sabe que en persona puedo resultar fría y distante cuando por dentro quiero gritar, expresarme, decir mil cosas a la vez, pero no conecto con el modo adecuado de hacerlo). Asimismo se que puede resultar extraña la dualidad de alguien que es capaz de perderse gustosamente en los mundos y paisajes sonoros que nos ofrece, por ejemplo, Wayne Coyne o enzarzarse en más que estrictas discusiones en las que me veo involucrada tras, por poner tan solo un ejemplo reciente, leer dos simples páginas del último nature neuroscience sobre las hippocampal sharp-waves y las sleep spindles (lo siento, no sabría como traducirlo/explicarlo exactamente y con sentido sin que además sonara muy nerd). Supongo que, aunque no estemos del todo socialmente programados para ello, podemos ser mil cosas a la vez sin resultar contradictorios y sin dejar de ser uno mismo. Siendo coherente. Podemos ser cualquier cosa, lo que queramos ser en cada momento. Yo hoy elegí ser un gatito, mañana ya veremos. ¿Y tú? ¿Qué eliges para hoy?
Camino de la década dedicada a esto a lo que, por el momento, me dedico me doy cuenta de que el que me guste tanto mi trabajo es tan bueno como malo. También es cierto que llevo muchos años más atrapada en las canciones que conforman un modo claro de expresar lo que no puedo hacer de otro modo (quien me conoce bien sabe que en persona puedo resultar fría y distante cuando por dentro quiero gritar, expresarme, decir mil cosas a la vez, pero no conecto con el modo adecuado de hacerlo). Asimismo se que puede resultar extraña la dualidad de alguien que es capaz de perderse gustosamente en los mundos y paisajes sonoros que nos ofrece, por ejemplo, Wayne Coyne o enzarzarse en más que estrictas discusiones en las que me veo involucrada tras, por poner tan solo un ejemplo reciente, leer dos simples páginas del último nature neuroscience sobre las hippocampal sharp-waves y las sleep spindles (lo siento, no sabría como traducirlo/explicarlo exactamente y con sentido sin que además sonara muy nerd). Supongo que, aunque no estemos del todo socialmente programados para ello, podemos ser mil cosas a la vez sin resultar contradictorios y sin dejar de ser uno mismo. Siendo coherente. Podemos ser cualquier cosa, lo que queramos ser en cada momento. Yo hoy elegí ser un gatito, mañana ya veremos. ¿Y tú? ¿Qué eliges para hoy?
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