tus átomos no se preocupan en realidad por ti
Lo logré otra vez, no se ni cómo, pero me las arreglo una vez cada diez años. Descarada la envoltura, mi enemigo, aun cuando somos nuestra propia obra maestra, nuestra pieza de valor. Todo se desvanecerá algún día. Pronto, muy pronto. Pero seguiré siendo una persona que sonríe, como gato que sabe que a morir viene 7 veces. Esta es la número tres, una vez cada 10 años. Qué desperdicio, y qué pereza, eso de desvanecerse cada vez. La primera fue eventual, la segunda pretendida intención de superarme en mis más bajos instintos, disiparme y no regresar jamás. La tercera un oscilar callada. Lo hago excepcionalmente bien, para sentirlo real, como si de un don se tratara. Retorno teatral y solemne cada vez, al mismo cuerpo, al mismo rostro, al mismo nombre de nuevo. Cuidadosa ojeo mis cicatrices, especie de fantasmal milagro mi piel, y sumo una nueva. Me escucho el corazón para comprobar con sorpresa que de verdad sigue latiendo, por una palabra, por una voz, la suya, por tocar o simplemente por un poquito más de sangre. Me doy la vuelta y ardo, devoro el aire.
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