miércoles, junio 17, 2009


Nunca he sido una chica muy lista, sobre todo para las obviedades, de modo que a veces necesito que me expliquen las cosas. Cuando el otro día el alcalde de LA, Antonio Villaraigosa, un latin lover (en serio, reúne casi todos los estereotipos para considerarlo como tal, muchos más de lo que cualquier político desea por muy demócrata que sea) y con un pasado pandillero del que ahora reniega, salió diciendo que la Lakers Parade iba a costar 2 millones de dólares y que no le parecía bien gastar ese dinero en celebraciones varias y variadas cuando estábamos en época de crisis, mucha gente por aquí puso el grito en el cielo. Los Lakers ganan el campeonato de la NBA nosecuantos años después y va este latino-liga periodista y exmises y nos dice que la Lakers Parade peligra!? Pues sí, y es muy sensato, pensé yo. Además, si algo razonable también dijo fue que si costeaba la celebración iba a tener críticas pero que si la cancelaba muchas más, de modo que compartió el problema, lo puso encima de la mesa y casi él solito se arregló. El equipo se haría cargo de la mitad, $1 milion. Fíjate qué generosos decían mientras yo pensaba, qué menos, si es su fiesta. Es más, no son los todopoderosos-Lakers? Debería haber salido el general manager diciendo que su fiesta la pagan ellos, que no se hable más del asunto y después le pasen la minuta, que para algo somos los Lakers. Así en plan chulo. Pero no, sólo la mitad. Ante eso el alcalde inmediatamente pide generosas donaciones al pueblo para pagar el millón restante. Y aquí llegamos a lo que más me ha llamado a mi la atención. En cuestión de 24-48 horas se alcanzaron los $850mil en donaciones anónimas para pagar la Lakers Parade!!! No quiero pecar aquí de lo que no puedo ni de lo que no soy, pero en seguida pensé que me parecía bastante llamativo, destacable o fuerte el que se recaudara todo ese dinero en tan poco tiempo (y por lo visto con donaciones más que generosas de unos pocos anónimos bien aficionados al púrpura y oro) para un simple equipo de basket en autobús, y no se done para otras causas mucho más razonables a mi modo de ver. Y no estoy pensando en los pobres de África (aunque también podría) sino en quizás algo mucho menos utópico y más palpable si quieren, como por ejemplo para que la ciudad que tanto aman salga de la debacle económica en la que está sumida, o para que la limpien un poquito más que falta le hace, o para que arreglen las autopistas o alguna cosa así, del día a día. A mi, ya digo, que me lo expliquen, que siempre he sido muy tontita. Finalmente ha habido Parade y los Lakers se han exhibido, trofeo en mano y anillo en dedo, para su regocijo y nuestra felicidad, y el alcalde de sonrisa nacarada (tras desfilarse así el domingo en la pride parade) hoy se ha dispuesto al frente del bus en el que iba Kobe, para su lucimiento. Que sí, que me alegro y mucho, que quería que ganaran, que he disfrutado de toda la temporada (por fin una NBA en horario razonable), pero yo en el fondo lo que quería, como muchos, era el auténtico duelo LeBron vs Kobe con victoria épica y agónica a 7 partidos.

Por cierto, tras reírnos algo de Phil al leer, comentar y darle la razón a esta columna, mi adorado Tomeu (con quien siempre hablo de NBA y ante el que perdí la porra de estas finals) y yo pensábamos que si a Phil Jackson le dan un anillo por no entrenar, quizás a Kobe le deberían dar dos, por jugar y entrenar dentro de la cancha. Y si no te lo parece deberías ver el Kobe doin’ work de Spike Lee, como ejemplo fácil.