Debió ser a finales de Noviembre o principios de Diciembre, porque Mimà me llamó cuando bajaba de la fiesta de Aina en Sóller. Me soltó un rápido “Oye, eres un poco bruja tú, eh?!” en seguida le contesté un “no me jodas que estás embarazada!” Una semana antes hablando con Elisa le conté la tontería de que había soñado que estaban ella, Sofía y la propia Mimà riéndose de mí porque no me querían decir cual de las tres estaba embarazada. El caso es que esa coincidencia tonta entre mi sueño y el embarazo de Mimà llevó a bastantes risas. Para cuándo? le pregunté en seguida, para principios de Julio. Yo le dejé bien claro que eso no se hacía, que el no verla embarazada y el no conocer a su niña hasta bien pasados unos meses era una jugarreta que no me molaba nada. Todo este tiempo ella se ha encargado desde la isla de que la distancia sea mínima, y me ha mandado videos de cómo iba creciendo Damiana en su barriga, las ecos en las que se intuía la carita de la niña, fotos de su avanzadísimo estado ya, además de ir contándome cómo lo llevaba, que si ya se movía, que si iba a pillarse la baja en unas semanas, que si tenía ya casi todo preparado... en fin, esas cosas.
Anoche (la mía, que no la suya) el lacónico “Mimà ha perdido a la niña” con el que Elisa me despertó me impactó tanto que me puse a llorar, y después casi no pude dormir del mal cuerpo que se me quedó. Por lo visto, en casos como este encima hay que pensar que afortunadamente no fue peor. Ni me lo quiero imaginar. A veces pienso que la vida es una gran jodienda, y es tan difícil que las cosas salgan bien que el hecho de que sea lo habitual hace que no lo valoremos en su justa medida.
Anoche (la mía, que no la suya) el lacónico “Mimà ha perdido a la niña” con el que Elisa me despertó me impactó tanto que me puse a llorar, y después casi no pude dormir del mal cuerpo que se me quedó. Por lo visto, en casos como este encima hay que pensar que afortunadamente no fue peor. Ni me lo quiero imaginar. A veces pienso que la vida es una gran jodienda, y es tan difícil que las cosas salgan bien que el hecho de que sea lo habitual hace que no lo valoremos en su justa medida.
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