viernes, mayo 22, 2009

d'you wanna rock? should come here!

Estos yankies son expertos en organizar conciertos y eventos varios en horario casi infantil, y como no podía ser de otra manera pusieron lo que a mi juicio es un horario estelar para el NIN/JA tour, si tienes 10 años claro. Llegó por fin el día de disfrutar del NIN/JA tour y las puertas del Verizon Wireless Amphitheatre en donde se celebró el concierto (un sitio espectacular y de buen sonido) se abrían a las 6 de la tarde con todo el calor de la jornada, y es que poco después a eso de las 7 daba comienzo la fiesta. Cuando salió la programación y horarios del tour que se marcan juntos Nine Inch Nails y Jane’s Addiction muchos fueron los que pusieron el grito en el cielo ante el hecho de que fueran NIN los que salían antes dejando a JA cerrar concierto, pero cómo? oí y leí, NIN final tour and they open for janes!?! Increíble. En cambio a mi me pareció bien, quizás porque, aunque NIN me gusta y tal, nunca fui una gran fan de su música, y por mucho que Trent Reznor sea un tipo que mole mucho, para mi en este concierto como JA nada. Quizás para algunos estoy diciendo tonterías o un sacrilegio, pero esto es una simple cuestión de gustos, y a mí este orden me funcionaba mejor que el inverso. Pues decía que mientras muchos pusieron el grito en el cielo ante eso, en mi caso fue algo más parecido a venga ya! si casi voy a tener que salir antes del trabajo! Por una parte está muy bien eso de que un miércoles te vayas de súper concierto y además llegues a una hora decente a casa y todo eso, pero a mi me parecía bastante exagerado. Estos yankies.... El caso es que por fin había llegado el día, después de esperar meses desde que se anunciara y pudiera pillar entrada, por fin llegó el momento. Y ahí estaba yo, feliz como una niña pequeña el día de reyes, con una sonrisa tonta en la cara de quien sabe que va a disfrutar de cada minuto, de cada acorde, de cada canción, de cada solo de guitarra, de esas líneas de bajo espectaculares, de cada comentario, de cada postureo, y en definitiva de todos los instantes que este concierto pudiera ofrecerme. Estaba tan contenta que ni siquiera cabía en mí la posibilidad de que aquello se convirtiera en una imagen cadavérica de lo que fue, en un triste reflejo de lo que fueron como banda hace ya muchos años. No, no podía ser. No iba a ser. Estaba convencida de ello, quería creerlo así. Iba a ser algo memorable, un gran concierto, iba a ser de hecho el gran concierto de mi vida (bueno, para ser sincera, eso me ha ocurrido tantas veces que empiezo a no tomarme en serio ni yo misma). NIN ya compartió escenario con JA en aquella primera e histórica gira Lollapalooza en 1991, o lo que es lo mismo, Trent Reznor estuvo junto a ellos en el festival en el que JA se deshizo como banda y está junto a ellos en la gira que les ve de nuevo juntos con su formación original. El NIN/JA tour no solo no podía defraudarme sino que además no iba a hacerlo. Ambos por separado ya serían grandes conciertos, si duda, de modo que disfrutarlos en conjunto iba a hacer que fuera uno de esos conciertos memorables, mucho más grande de lo que podía hasta imaginar. No podía ser de otra manera en el tour que significa, paradojas de la vida, la reunión de JA y el canto del cisne para NIN.

Las expectativas no eran sólo elevadas, sino más bien dadas por hecho. No cabía ni un solo ápice de duda, ni siquiera cabía posibilidad alguna de que se me pasara por la cabeza cualquier otra cosa que el que esto iba a ser muy grande. Pues bien, tras el primero de los dos conciertos que ofrecerían en LA (el otro sería el de Santa Bárbara) sólo puedo decir que así fue. Y es que el NIN/JA tour este que se marcan Trent Reznor y compañía mola mucho. Incluso más diría yo. Que soy totalmente subjetiva ya lo se y además no me importa. A veces el conjunto no es tan solo la suma de sus partes individuales y en el NIN/JA tour me dio a mí la impresión de que ocurre eso mismo.
Llegamos ya comenzado el concierto de unos Street Sweeper Social Club a los que nadie hacía mucho caso, y se me pasaron sin más pena que gloria entre el llegar, encontrar el lugar adecuado y el ir a por un par de cervezas, de modo que poco o nada puedo decir de ellos. Bueno, quizás que no me dolió mucho perdérmelos, que sí, están bien y eso, pero si me hubieran gustado de verdad les hubiera hecho más caso del que les hice. En esos momentos estaba creo más flipada por el hecho de que acababa de darme cuenta de que en este concierto por fin podía hacer una cosa que llevaba meses sin poder hacer. Y es que fumarse un cigarro y beber una cerveza al tiempo que escuchas buena música en directo es algo tan simple y tan poco apreciado que cuando no te dejan hacerlo lo valoras realmente en su justa medida. Y sí, el miércoles pude hacer todo eso a la vez sin que nadie me metiera en la cárcel en este, el país de las libertades.

Siempre he pensado que Trent Reznor es un tipo tan astuto como solvente así como una persona muy seria, tanto que incluso a veces se toma algo demasiado en serio a si mismo. Pero también creo que detrás de ese aspecto de hombretón y tipo duro del que va hay un corazoncito y más flexibilidad de la aparente. Nada de lo que yo pudiera decir aquí aportaría nada nuevo sobre la alienación y la angustia qeu TR expresa en sus canciones, pero sí me gustaría destacar el planteamiento que del concierto se ha hecho en esta gira. La actuación de NIN resultó tan potente y fiera como cabría esperar, pero creo que hay mucha igualdad en su conjunto, creo que no da casi ninguna concesión y que TR resultó, a mi modo de ver, algo seco en cuanto a que no fue muy comunicativo con el público. Ya se que tampoco es plan de contarnos la vida entre cada canción, pero como dicen en la isla, entre poc i massa sa mesura passa. Disfruté mucho de todas y cada una de sus canciones, aunque pecara en exceso del uso del humo y las luces estroboscópicas, pero claro, es NIN qué quieres, hay que crear atmósfera. TR ejecuta las canciones de un modo tan profesional y tan poco dado a las improvisaciones que resulta todo excesivamente medido. Ya se que en muchos conciertos las supuestas improvisaciones están igualmente orquestadas, preparadas y hasta ensayadas, pero en esos momentos al público nos funcionan igual de bien que si no lo fueran, de modo que sí, creo que a veces hay que buscar algo más de interacción, aunque la traigas preparada de casa. Lo que no me queda duda es de que TR se curra el concierto canción a canción y destila una intensidad hasta épica en según que momentos, haciendo que sus canciones ganen aun más, si eso es posible, en el directo. Ya había avisado de que en esta gira el setlist iba a variar a su gusto y parecer concierto a concierto, con lo cual nunca sabes qué va a caer y qué te vas a perder. Con la idea de que TR no es un tipo muy dado a las metáforas, el concierto me resultó muy auto-explicativo comenzando con Now I’m nothing tras la cual (y al igual que me pasó con más de una canción) creí entender perfectamente este adiós, según él momentáneo, de NIN de los escenarios. En el concierto de Irvine incluso se disculpó por not playing any hits tonight pero el caso es que la ausencia de Closer o Hurt por poner ejemplos fáciles quedó mitigada por canciones como March of the Pigs, surivalism, Mr. Self Destruct, Echoplex, The Hand That Feeds además de Head Like a Hole con la que cerró, y me hizo pensar que el destacar la ausencia de hits no podía ser más que otro modo de ironizar. Escucharle this is the first day of my last days con el que comienza Wish tomó cierto tono de sentencia, y corear el wish there was something real wish there was something true, wish there was something real in this world full of you en la gira final de unos NIN con ecos de desgaste fue tremendo. En algún que otro concierto de este NIN/JA tour salieron a hacer un bis con Hurt, pero por alguna razón que tan solo él conoce (aunque son muchos los que la intuyen) aquí no cayó. Y así, tal cual vino se marchó sin más concesiones que las estrictamente necesarias pero dejando una extraña sensación, cuando no volvió para el bis, de que con esa salida del escenario algo importante se había ido.





Tras el primer concierto del NIN/JA tour leí una crítica que comenzaba como bromeando al decir algo así como que tendríamos que mirar bien nuestra copia de Ritual de lo Habitual ya que en algún lugar del libreto debe estar el retrato de Dorian Gray de la banda, en el que se les ve con menos pelo y más barriga, como modo de decir que parecía que por ellos no habían pasado los años. La otra noche cuando hicieron acto de presencia sobre el escenario me acordé de eso, y algo más tarde ya metida en materia volvió a mi cabeza, y es que no es tan solo que físicamente parezca que hayan hecho un pacto con el diablo o encontrado la fuente de la eterna juventud, sino que además tocan como si no hubieran pasado 18 años desde aquella fatídica gira que les llevó a la separación a puñetazos. Los psych glam rockers más molones y atronadores parecen estar de vuelta con energías renovadas dispuestos a recuperar la gloria, y aunque quizás ya no sean los tipos duros, peligrosos e impredecibles que pudieron ser hace 20 años, resultan mucho más creíbles, auténticos y rockeros que muchos otros veinteañeros en plena revolución hormonal. Aunque puede que ahí detrás se den de ostias (que ya ha largado Farrell que no son fáciles las cosas en la reunión), sobre el escenario crean una atmósfera tan especial que el resto daba igual y hace que hasta me divierta pensar que cada vez que Perry Farrell se acercaba a Dave Navarro o a Eric Avery le dieran ganas de pegarle una ostia o meterse la zancadilla o algo, pero no, por supuesto que eso no iba a ocurrir, e incluso cayeron en algún momento de falsa complicidad provocada por la propia euforia del momento y las canciones. La salida al escenario de Janes Addiction fue como debe y a juego con el inicio de Three days, algo hipnotizadora, como de quien se sabe deseado.



Tras eso daba comienzo el espectáculo, con un Perry Farrell algo bufonesco, un Dave Navarro más comedido de lo que quizás me esperaba, un imprescindible Stephen Perkins y, mi debilidad y su arma secreta, Eric Avery. Avery siempre me ha parecido un tipo molón, y la otra noche no hizo otra cosa que gustarme más, sacando a pasear sus dotes de hipnotizador al bajo ofreciendo momentos realmente memorables. Además de eso, siempre me ha parecido un tipo muy auténtico, como a lo suyo pasando del histrionismo de unos y del postureo de otros. Anoche hubo momentos para todos, pero él no buscaba o reclamaba con demasiado afán los suyos, él iba a lo que iba que es tocar el bajo. Por momentos se dedicaba a dar vueltas sin más por el escenario y en otros momentos simplemente se subía a un ampli del lateral y ahí sentado se ponía a tocar como si el resto no fuera con él, como disfrutando de la canción a su modo. De Dave Navarro qué puedo decir que no se haya dicho más y mejor en cualquier otro lado, bueno, además de que me sorprendió para bien ya que me lo esperaba algo más exagerado. Siempre tan propenso a dejarse llevar por el postureo y el exceso en las formas, se pasó todo el concierto raramente centrado en darle vida a esos riffs que acumulan ya tantos años, como poniéndose a disposición de la canción y de su guitarra, y no al revés como le ha ocurrido en tantas otras ocasiones. Bueno también que, como no podía ser de otra manera, iba a torso descubierto desde casi la primera canción. Hubo algún momento en el que mientras Navarro se marcaba un solo de esos impresionantes pensé: joder, qué gran invento esto del rock! Y es que a mí el sonido de una guitarra eléctrica debidamente acariciada me pone mucho. Perry Farrell es un tipo simpático que habla con el público y busca su respuesta, y aunque dice muchas tonterías (pobre) se le perdona todo y hasta te ríes. Comentó en varios momentos que estaban encantados de tocar aquí porque estaban en casa y que su familia estaba ahí, continuaba con que si LA que si la costa oeste, por si aun no quedaba lo suficientemente claro que jugaban en casa.

Ahora con la formación original (recordemos que Eric Avery se negó a unirse a la banda en esas vueltas durante la última década) cabe preguntarse si la falta de chispa de esas vueltas era porque la banda como tal ya no funcionaba o porque quizás EA aportaba más al conjunto de lo que a priori pudiera parecer. Según lo visto sobre el escenario, esta reunión de la alineación inicial ha reavivado esa química. Tampoco quiero decir con eso que EA sea más determinante, los 4 lo son como tal, y la ausencia de cualquiera de ellos haría que no se produjera esa química, que aunque puede resultar en cierto modo explosiva para sus componentes resulta claramente memorable para el resto. Ofrecieron un show muy cañero y tan rockero como cabría esperar, así como muy centrado en el Nothing shocking, y con pocos peros a la actuación, tan solo un pequeño parón algo descuidado, tras el cual Perry Farrell soltó un claro you want perfection, you can go to hell! Cerraron de un modo delicioso con una Jane says en acústico y ese momento unplugged me resultó en cierto modo extraño, pero tan raro como precioso, raro digo viniendo de un grupo que siempre ha hecho de su máxima el más es más. Do you love us? Because we love you, oh, we really do. Pues claro que os queremos Perry, siempre que nos ofrezcáis esas canciones aquí estaremos. Tras eso Avery se marchó frugal por donde había venido mientras que los otros tres componentes del grupo se quedaron regocijándose aun más, si es que eso era posible, en ese baño de masas final.




Una hace lo que puede para mantenerse en guardia y no perder ese toque hasta ingenuo de quien quiere verle el romanticismo al asunto, pero no puede sino ser consciente de que este tipo de reuniones vienen motivadas única y exclusivamente por la pasta, y eso denota el aspecto más frío y vulgar de la música. Pero hay ocasiones en las que hay que reconocer que aunque haya sido por la pasta, bendita sea cualquier excusa, sea cual sea, por hacer que gente como Jane's Addiction se suba de nuevo a los escenarios y toquen esas canciones como lo hacen. Y aunque las tocan en principio para nosotros en realidad las tocan para ellos, porque al darnos estas canciones además del deleite musical que puedan sentir interpretándolas lo que buscan en nosotros es el reconocimiento, la ovación, y en definitiva alimentar su ego. Que son unos yonkies no lo digo yo, es un hecho, pero además de a otras cosas son también unos adictos de su propio ego, de las endorfinas de las ovaciones, de los focos, de los aplausos, del escenario por el escenario, de las masas (que no la gente). Eso se pone de manifiesto con esta gira, pero lo hacen de un modo que no resulta molesto o irritante, porque cuando los ves entiendes que son tan solo personas adictas, sin maldad y con un buen puñado de canciones que ofrecer. Si ellos son mis dealers, yo soy el suyo; si ellos me dan a mí mi droga, sus canciones, yo les doy a ellos lo que merecen a cambio. Y así todos tan contentos.