martes, agosto 24, 2010

I dreamt the world stopped turning as we climbed the hill

Suena el despertador y difícilmente entreabro los ojos para mirarlo fijamente. Este cabrón no falla nunca. Puntual a las 7.03 am cada día. Desde hace muchos años, toda mi vida, he tenido la manía de no poner el despertador nunca a las horas en punto. No hay razón alguna, simplemente no me gusta y, por tanto, no lo hago. Me doy cuenta de que he ido llenando mi vida de estupideces, también se que esta no es la peor de todas. Esta mañana me quedo especialmente pendiente del reloj, al que no acierto ver con nitidez la hora que marca, como si vigilara como pasan los minutos, como si me importara. Tan solo soy capaz de no hacer nada más que quedarme quieta. En cierto modo expectante. Como cada día, tras el reseteado nocturno, necesito el espacio de varios minutos para reubicarme en el mundo, para componer de nuevo el yo que me define. Hoy me he preguntado: Y si no voy?