mood swings
Loveshines firefly es un acompañante perfecto para estos días soleados y cálidos de Noviembre. Y lo es porque, al igual que me ocurre con este sol de otoño enmascarado de primavera eterna, me escolta de un modo solícito y sutil mientras paseo por esta California soñada por muchos otros. Quizás todo lo que encuentras en Petit sea de Joan Castells, pero no se cuanto hay de petit en Joan. En sus canciones se percibe su mundo, pero asimismo lo que recita lo puedes asimilar como propio, canción a canción, involucrándote en ellas acompasadamente. Cuando escuchas atentamente el disco no terminas de creerte eso de que no es capaz de escribir sobre algo que no le haya pasado en primera persona, quizás porque en sus canciones siempre puedes encontrar un hilo del que poder tirar y de ese modo desenmarañar algo en tu interior. Pero sí comprendes cuando dice que para él sin amor no hay canciones. Quizás es que sin ser totalmente consciente de ello Joan es nuestro trovador particular. Canciones que inciden todas ellas sobre un mismo prisma pero cuya refracción varía en su justa medida produciendo distinta dispersión según donde te vulnere. Quizás porque escuchas como te dice que a veces el amor no es suficiente para estar junto a la persona amada, y eso encaja perfectamente contigo. Quizás porque, aunque sea jodido admitirlo, es extraordinario sentirlo así, o simplemente sentirlo. Quizás porque te dice que no hay espacio para la derrota y es justo lo que necesito oír estos días. Quizás porque el amor no está exento de ironías, y esa fue siempre mi especialidad. Quizás porque encuentras algún punto de osadía y eso siempre me gustó. Quizás porque las imposiciones de la noche te malogran una y otra vez, y lo sabes pero te gusta. Y mientras me acompaño de una cerveza, me sirve para calmar el desabrigo de estos primeros días cuando reparo en el desahucio que le he impuesto a mi vida.
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