miércoles, septiembre 23, 2009

Como decíamos ayer...

Hago mía la famosa frase de Fray Luis de León para volver del impás de las últimas semanas. Y no, no me he ido de vacaciones. Y no, no tengo que dar más explicaciones. Por cierto, que esto último me encanta. Aunque no negaré que, fuera lo que fuera, en última instancia además me ha invadido también cierta pereza ante la que me he rendido gustosamente y en la que aun me encuentro estos días. Perezosa y remolona a más no poder.

Esta tarde, y mientras todos dormíais plácidamente, yo me encontraba en un atasco y entre que no tenía mucho que hacer y que el cd que llevaba en el coche ya está aburrido de repetirse, centré mi atención en lo que había leído sobre eso de la crítica musical etc etc y que muy probablemente, al igual que yo, ya hayas leído. El caso es que le había dedicado tiempo (sí, ese bien preciado y escaso) a leer una entrada con casi 50 comentarios en el blog de Joan Vich, y tenía el asunto rondándome la cabeza (por cierto, a la entrada de loveof74, twitterbate o twitterbattle?). He leído cosas interesantes (de gente cuya opinión ya de otras veces me parece interesante), pero asimismo, y con todo lo dicho allí, he echado en falta algo, y al final el asunto se me ha antojado como con cierta tendencia a la esterilidad.

El caso es que ahí estaba yo, en mi coche, pensando en todo eso de que si la mediocridad de los que escriben, que si el filtro, que si la profesionalización, que si los que tienen que distribuir, de si el llegar antes que nadie, que si la prensa en papel, que si el papel de los blogs, que si ahora es muy fácil pero, a ver, quién le dio espacio a los lolailo al principio, y muchos otros que si esto que si lo otro… No me meto por muchas razones, y entre ellas está el que, primero, no estoy segura de que un debate así necesite más opiniones de las ya dadas, y segundo porque no soy yo persona para meterme en el asunto ya que no sería buen ejemplo de nada. No entro en el juego. A mi sólo me gusta la música, y mi única implicación es la de escuchar, deleitarme, disfrutar, emocionarme y todos esos etcéteras. Además, sólo porque sí. A mi me da igual si hay o no portada, y si dos simples líneas me llevan a una canción maravillosa pueden resultar ser las dos mejores líneas que haya leído en toda la revista. En el fondo no se considero muy indie (aunque a veces utilice el término, por aquello de facilitar y simplificar), y también en el fondo veo con mucho escepticismo ese rollito que se ha formado en torno al indie y pienso que (estoy generalizando, claro) eso que llamamos indie no deja de ser un mainstream en pequeñito. Y resulta que me da igual descubrir ahora un disco de hace 3 o 30 años, mientras las canciones me gusten y las pueda disfrutar, aunque también admito que si puedo tener hoy un disco que se que me va a gustar, siempre mejor que mañana, no nos engañemos. Del mismo modo que no tengo reparos en ensalzar la canción de unos niñatos tocando en el garaje de casa de sus padres, mientras esa canción me guste o emocione de modo alguno. A mi, a priori, me da igual si hay o no continuidad mientras el disco/LP/canción me emocione (a ver, siempre prefiero continuidad, ello significaría más canciones molonas, que duda cabe), y tiendo a pensar que el que no perdure no quiere decir que no haya sido memorable (sí, eso podría hacerlo aplicable a otros asuntos, mi vida está llena de pocos aciertos, pero tampoco los llamaría fallos y -casi- todos memorables). Y además, la mayor parte de las veces no tengo ni puta idea de lo que hablo.

Ya digo que yo no entro en el juego porque no formo parte de él, así que no puedo dar mi opinión. Eso sí, me ha encantado esa (cierta) auto-crítica de la crítica.