lunes, marzo 30, 2009

Hey, come with me, I’ll take you anywhere

Después de estos últimos días no quería continuar sin decir algo sobre Elvis Perkins, del disco, del directo y de él en general. Que si me tiene enamorada que se note, digo yo. Su primer disco, lleno de canciones en espiral girando hacia si mismo y dispuestas cronológicamente, me gustó en su momento, como a muchos, pero en mi caso no pasó de eso, y al relativamente poco tiempo quedó aparcado en pro de cualquier otro. Quizás me parecía que por momentos iba de demasiado trascendental, o intimista o no estaba yo para lamentos varios y variados, o quizás ese san benito que arrastra (de hijo de y de, marcado por y por) no me iba mucho y me cansó, ya digo, relativamente pronto. Quizás también por eso no había leído mucho (o nada) sobre él y pillé la filtración de este disco sin tampoco demasiado entusiasmo inicial, con ganas pero tampoco me moría por nuevas canciones suyas. El caso es que, si ya me gustó a la primera, tras sucesivas escuchas finalmente me encandiló por completo hasta tal punto que creo que es lo que más he escuchado estas semanas. Con estas nuevas canciones de arreglos más ricos se confirma lo que ya bien se intuía con su anterior disco, que su música defiende tradiciones y bebe de los clásicos del folk, y que si sigue así quizás en un futuro merezca un lugar destacado él también. Si hablamos de las canciones, en este segundo disco parece darse un paseo por la tristeza para dejar al final un sabor más dulce y esperanzador. Quizás ha aprendido que la tristeza o melancolía también puede ser bella y hasta resultar exultante y que la solemnidad está bien, pero en su justa medida. Para curiosidad queda el detalle de que en el single que le sirve de presentación, shampoo, hace una referencia cruzada con el clásico folk, (al que yo pongo voz de Nina Simone aunque muchos otros también la hayan hecho suya) Black is the color (of my true love’s hair) y en su canción Perkins dice Yellow is the color of my true love’s crossbow/black is the color of a strangled rainbow.

Y si hablamos del propio Elvis Perkins tendría que hablar primero de su voz, maravillosa y emocionante, preciosa, que me tiene más que fascinada y enamorada. Ya he comentado muchas veces lo que me ocurre a mí con las voces, que me enamoro de ellas. Pues si en el disco ya se intuía, en el directo impresiona, encandila y sorprende por lo portentoso y natural que suena. Además de eso, yo no tenía en mente muchas imágenes de Elvis Perkins, quizás aquellas de promoción del Ash Wednesday en las que sale de negro, con el pelo corto, gafitas redondas y una chaqueta negra que le daba algo de empaque. Pues decía que tenía eso en mente cuando de repente me encontré con algo mucho mejor y que no se me pareció nada a las pocas y difusas imágenes que tenía de él. Antes del concierto, con la cervecita de rigor, pasó por mi lado un tipo del que pensé ‘mira tú que gracioso el tipo este con el gorro’ tras lo cual justo me dijeron ‘míralo! está ahí’ y a lo que yo preguntaba ‘quién, dónde’ continuó un ‘ah! claro es que ha venido su hermano a verle y está saludando y tomando algo con ellos’. Yo, que nunca me entero de nada y que vivo en la inopia más absoluta, no sabía ni que tenía un hermano ni que este era actor ni famosillo o algo, si ya me cuesta con lo propio como para hacerme con el famoseo local. El caso es que el del gorrito gracioso era el mismo Elvis Perkins, y yo nunca lo hubiera dicho, como que me parecieron dos personas distintas, el Elvis Perkins que yo tenía en mente con el Elvis Perkins que se me apareció entre la gente con el gorrito naranja y el pelo largo, muy delgado y algo desgarbado.

Además de que este nuevo disco me gustase desde el primer momento, al poco daba varios conciertos en la zona, uno de ellos en Troubadour, una sala (un antro de años y solera) que me encanta y es de mis sitios preferidos por aquí, con lo cual se convirtió en cita obligada para, además, la siempre agradecida noche de un jueves. Después de verle en concierto tengo que decir que las aristas e irregularidades que encontraba en este segundo disco se me redondearon en el directo. Un muy buen directo que pasa por momentos de algarabía, divertidos, a momentos más íntimos, preciosos, intensos en los que la voz te envuelve delicada, también por momentos dispuestos a hacernos devotos a todos aquellos que llenamos Troubadour, que si no puso el cartel de sold out le faltó bien poquito. Elvis Perkins se ha rodeado de una banda estupenda que no solo le arropa sino que además es partícipe y protagonista del concierto, tal es así que el mismo Perkins se colocó en un discreto lateral cediéndole el centro al contrabajo o al trombón o al auténtico hombre orquesta en el que se convirtió el batería, dándole una gran solidez a las canciones. Tres tios, cuatro con el propio Elvis, pero que parecen muchos más en cuanto comienzan a jugar, y digo bien jugar porque no tocaban, jugaban con los instrumentos e incluso diría que hasta entre ellos. El buen rollo, alguna bromita tímida y el placer de tocar juntos se veía en todo momento, canción a canción. Me llamó la atención también que de buenas a primeras soltara de golpe toda una serie de canciones del disco que presentaba nada más comenzar, canciones que a mi modo de ver son tan buenas y con tal pegada que bien hubieran podido ocupar un lugar más avanzado en el show, no se si eso denota seguridad en su repertorio o qué, porque este no decayó ni un segundo en las casi dos horas que nos tuvieron enganchados. Porque fue enganche, real y completo, a él, a su voz, a la banda y las canciones por supuesto. Si no recuerdo mal, que de esto hace ya un par de semanas, terminaron el concierto con una Doomsey totalmente alegre y fiestera que nos dejó a todos con una más que buena sensación. I don’t let doomsday bother me, do you let it bother you?

domingo, marzo 22, 2009

y crack, mi amor, crack

Han sido 4 las personas que me han dado un, quizás hasta más que merecido, toque de atención sobre el abandono que este siempre sacro-santo lugar ha sufrido en estas últimas semanas (coleguitas, pa’qué os quiero). Pero no ha sido hasta que en concreto uno de ellos me lo ha destacado cuando he pensado que quizás tenía razón, pero que es algo meramente puntual y pasajero. Era consciente del abandono, así que no pondré excusas habituales de que voy muy liada, o que tengo mucho trabajo o lo que sea, que pudiendo ser ciertas no han sido la causa. Ha sido, desde luego, algo mucho más consciente que un simple ‘se me iban pasando los días’, pero como no viene al caso (porque no me apetece que venga, al menos no hoy) tan solo te diré que ya lo se, gracias.

Y para que veas que intento enmendarme, hoy no me dedicaré a enredarme en la nada de mí misma, que ya tengo suficiente de ambas, sino que comentaré alguna otra cosa de estas últimas semanas. No me gusta repetirme pero es que tras el EP llegó el disco y tengo que decir que Gun Outfit han ocupado gran parte de mi atención. Si desde PPM llegaron en su momento No Age, MikaMiko o Abe Vigoda, con estos tienen intención de repetir jugada. A mi juicio no es nada muy nuevo (aunque luego recen eso del evolution’s only goal), nada que no hayamos podido escuchar antes, sobre todo con esta pequeña moda del rollito lo-fi, pero como en un intento renovado. Guitarras distorsionadas acompañando y soterrando la melodía, sonido espeso, potente hasta en las pausas, y que a mí me funciona bien. Otro al que estoy escuchando, después de un tiempo rezagado en mi ordenador, es a Gary War que le da a la psycodelia de calidad lo-fi jugando con texturas sonoras. O a esos niñatos que son The Strange Boys, que llegan desde in the red quien amparó también a las Vivian girls, the Hospitals o Black Lips, entre otros. Además también le vuelvo a dar a The pains of… etc… que sí, lo se, están hasta en la sopa, dentro de ese revival de melodías deliciosas envueltas en guitarras sucias, pero me tengo que ir preparando para verles en breve. A otros a los que tampoco tardaré mucho en ver son Gliss y será con mucha curiosidad ante los comentarios que les dedican cuando a mí aun me tienen que concretar algo más. Eso sí, esta canción me vuelve loca. De los Cymbals eat guitars diré que su debut me sorprendió y me da buen rollito. Y por último que tengo ganas de poder dedicarle tiempo al The Floodlight Collective de Lotus Plaza, el nombre bajo el cual el guitarrista de Deerhunter hace lo que le da la gana y resulta que ese lo que le da la gana me suena ya. Y con esto intento redimirme para que no me regañes más o al menos no más por el momento.

jueves, marzo 05, 2009

Wanna grow up to be a debaser

Mi hermana Laura, después de un par de meses de espera, por fin me ha enviado fotos de sus niños, pero que no las puedo colgar aquí, pero que bueno, vale, en el otro sí pero sólo porque es un blog privado y sólo entran los amiguitos, gente de confianza, buen hacer y de familia conocida en pocas palabras, pero que a sus niños no los mira nadie. Claro. Está al corriente mi querida, y siempre sabia, hermana de la gran afluencia de este blog, dedicado para mas inri a la perversión y mal hacer de mi vida envuelta en música rock (la música del diablo) y demás historias y desviaciones mentales y no tan mentales mías. Claro. Seguro.
Así que sólo decir que voy a colgar unas fotos de mis niños, que no son míos pero como si lo fueran, que me iluminan el alma y son de lo que mejor me sonríe en esta vida, en ese otro sitio del cual muy probablemente no sepas y por supuesto no tengas password para entrar porque no eres de los amiguitos, y que el resto de contribuyentes se empeña (qué coñazo con la contraseña de las narices) en mantener a salvo como oro en paño de miradas lascivas y sucias como muy probablemente sea la tuya.
Pero que voy a colgar unas fotos de mi sobrino Yago de 7 meses y que nos ha salido rubito y de ojos verdes como su bisabuelo Pedro y como su tío Santi, sonriente a más no poder en brazos de su hermano mayor, Andrés de dos añitos con los rizos de la familia y la cara de su padre, que sale riendo a más no poder con esa sonrisa picarona de quien no puede, ni quiere, ni tiene por qué ocultar su travesura de niño inquieto. O esa otra en la que Andrés está como bailando y como aplaudiendo, feliz simplemente por estar, mientras Yago le mira alucinado sin saber muy bien de que va el asunto pero le da igual, él lo flipa con su hermano mayor convertido desde siempre en su ídolo y punto. O esa otra en la que sale mi hermana con sus dos niños en el salón de su casa perfecta de vida respetable, feliz, adiestrada y ordenada dentro de los cánones más establecidos, como Dios y la tradición mandan, faltaría más.
Pero, que nada, yo a respetar lo que me dicen, que soy muy obediente y más si me lo dice mi hermana mayor, que hay que acatar la jerarquía y para algo es ella la mayor digo yo. Que por una parte entiendo muy bien lo que dice (perfectamente) pero por otra cómo me jode y cómo está el patio oye...
Y que si cuelgo esta canción es primero porque me da la real gana, por supuesto, faltaría más que para algo aquí mando yo y solo yo, y segundo porque a Andrés de todos los discos con los que bailábamos cuando venía a mi casa (bueno, más bien bailaba yo con él en brazos y el reía y reía feliz de la jarana) este era uno de los que más le gustaba. O eso creo yo, porque, pobrecito, a su temprana edad a él sólo le gustaba el cachondeo del baile y el ruido de fondo.


Por cierto, ya saben dónde no buscarme el próximo lunes, y es que a veces el west hollywood puede ser un lugar hasta insoportablemente bullicioso...
Ah! y que de la cosa esa de la residencia del grupo en Letterman durante toda esta semana (hay que ver lo que hace la promoción!) ayer me hizo gracia esto, y es que incluso me reí con “even my family asks: are you Adam or Larry?”
Y que eso y esto es lo único que diré aquí de ellos y su nuevo disco, o esa es mi intención.

Ahora si con el grupo que le gusta a mi sobrino...










lunes, marzo 02, 2009

And we're all going straight to hell

Ya me han puesto la linterna en la cara, y tan solo he tenido que esperar un par de meses para que esto ocurra. El caso es que iba yo tan tranquila de vuelta a casa con mi música y dejando que mi mundo volviera a girar, al menos en mi cabeza, al final del día cuando de la nada más absoluta salió un coche de policía con las luces y la sirena tan peculiar. Así que entre extrañada y tranquila me aparto a un lado y hago uso del manual del perfecto conductor en yankilandia, manos visibles al volante y actitud conciliadora, que ya sabemos como se las gastan aquí. Por el retrovisor veo como sale un poli tamaño 2x2, vale que yo soy bajita y eso, pero es que aquí son muy grandes. Mantengo mi sonrisa MonaLisa a pesar de que la linterna en la cara me deslumbre por completo, y empieza el ritual de los papeles, primero carnet de conducir yanky y después de preguntarme el motivo de mi estancia en los USA se permite el exceso de pedirme el pasaporte, la I94 y hasta el DS2019 (una se acostumbra a salir de casa completamente empapelada). Tras comprobar que todo está en orden con eso me pregunta si conozco el motivo por el cual me ha parado a lo que yo contesto que no lo se, porque la verdad es que no tengo ni la más remota idea, y me suelta con gesto muy serio que he hecho un giro sin poner el intermitente. Ante mi asombro pienso “joer, que tiquismiquis estos yankies, a ver cómo le explico yo ahora a este que vengo de Mallorca, que allí los intermitentes parecen de adorno, y que después de tanto tiempo supongo que algo se me habrá pegado, que va implícito en el genoma del buen conductor mallorquín, intermitente? para qué? si giro ya, tanmateix!” Pero mientras mi vocecita interior dice eso me oigo a mi misma replicar con un “no me diga!? de verdad que lo siento mucho, no se cómo ha podido pasarme, lo cierto es que estoy buscando una dirección y ando algo perdida, muy despistada, quizás haya sido por eso, entiendo perfectamente que me pare, por cierto… me vendría muy bien su ayuda, porque no conozco muy bien la zona y creo que me he perdido, podría usted indicarme cómo llegar?” A ver si aludiendo como quien no quiere la cosa a su espíritu salvador de una pobre ciudadana en apuros me deja tranquila con el intermitente de las narices. En seguida noto como rebaja su actitud, hasta creo vislumbrar un atisbo de sonrisa en su expresión, y lo más importante, me quita la linterna de la cara. Después me indica muy amablemente como llegar (a mi propia casa, hay que joderse) y me dice muy serio que no vuelva a ocurrir lo del intermitente (adoptando en ese momento una actitud entre perdona-vidas y paternal) y que la próxima vez no tendrá más remedio que hacer un informe, a lo que yo contesto siguiendo con mi actitud de buena niña con un “oh! de verdad, gracias por no multarme, le aseguro que no se volverá a repetir” y lo remato con un asquerosamente encantador and thank you for your kind help, aludiendo de nuevo a su parte más vulnerable y autocomplaciente, a lo que contesta sonriente y satisfecho.
Lo importante es que de querer multarme ha pasado a querer ayudarme, consigo que me deje en paz, a mí y a mi intermitente, y me voy a mi casa por el camino que él me ha indicado.
(por cierto, yo creo que lo puse!)

Y para rematar este lunes, aquí pongo hoy canciones de Mclusky que pese a no ser una gran banda si está siempre entre mis, incluso incomprensiblemente, mimadas. A veces resultan hasta algo rudos, toscos, otras veces muerden como quiero que muerdan y por eso me gustan, y son siempre perfectos para muchos momentos, por lo que recurro a ellos fácilmente. Vale que son previsibles, pero me sirven bien con esas canciones descarnadas, guitarras aparentemente desbaratadas y furiosas a juego con las letras afiladas y siempre dinámicas. Supongo que es un ejemplo, entre tantos, de mi debilidad por el encanto de la imperfección.