Llega diciembre y con él, a parte de las siempre tan ansiadas navidades, un montón de listas de lo mejor del año. Y yo ya he hecho la mía.
Por supuesto.
Pero tengo que decir que me cuesta otorgar los puestos. Puedo decirte los diez discos que más me han gustado, sin problema, pero darle a uno solo el numero uno o a otro el séptimo lugar ya se me hace más difícil.
La música me viene asociada a un contexto determinado, aunque hay veces que alguno se llega a descontextualizar y pasa a ser eterno.
Del mismo modo que hay muchos otros que van ligados a un momento particular o a alguien concreto, y por ello o a pesar de ello siguen siendo buenos o sonando redondos.
Los sentimientos que te ofrece un disco no pueden desligarse, y quizás yo haya sentido mucho más la música de
The Mountain Goats con get lonely que la de
Belle&Sebastian, y seguro que mogollón de peña dirá que el disco de estos últimos es infinitamente mejor. Cómo puedo decir que
Calexico con garden ruin va antes que
TV on the radio con su returns to the cookie mountain o que
centro-matic con fort recovery?
Bob Dylan me recuerda a la lluvia en agosto y a un avión, me recuerda a un viaje y de camino a saratoga. Por todo ello y porque es muy bueno le daría el primer puesto. Segura? No, nunca. También estarían
Cat power, 9 de
Damian Rice,
Sufjan Stevens…
Y qué decir este año de los artic monkeys? Desde luego que merecen un puesto en la lista, pero por lo que su disco ha supuesto (o más bien se cree haber supuesto), más que porque sea la ostia. Hay muchos otros infinitamente mejores.
Y qué lugar le doy a
Primal Scream? Se merecen estar en la lista? No lo tengo muy claro. ¿Merece
Essex green un puesto? Si es por lo que he disfrutado escuchándolos si, por los recuerdos que me vienen a la cabeza, también, pero…. vaya, si lo pongo ya salen 12, cuál me sobra entonces?!
Y de los nacionales qué?! qué decir de
12twelve? Este año no pongo a Josele Santiago. De mi sangre a tus cuchillas de
El columpio asesino me encanta. Ese no lo dudo.
Delorean,
Cat people…
En fin, primero vienen las listas de marras, después ya llegarán los malditos e inútiles propósitos de año nuevo.
Aunque en esos ya no caigo tan fácilmente.
Más bien es que en lugar de hacerme propósitos tan tontos como caducos lo que suelo hacer es pensar en aquellas cosas que siempre he querido hacer y que por una razón u otra aun no he hecho.
Y de este modo me refresco la memoria para a ver si así me pongo las pilas los meses que están por venir.
El año pasado solo pensé en tener presente una sola cosa, que era más bien un plan:
Plan 2006: dejarme de tontos y de tonterías.
A estas alturas puedo decir que lo he cumplido aunque tan solo a medias, pero que el resultado ha sido (o está siendo) más que satisfactorio.