Hey, come with me, I’ll take you anywhere
Después de estos últimos días no quería continuar sin decir algo sobre Elvis Perkins, del disco, del directo y de él en general. Que si me tiene enamorada que se note, digo yo. Su primer disco, lleno de canciones en espiral girando hacia si mismo y dispuestas cronológicamente, me gustó en su momento, como a muchos, pero en mi caso no pasó de eso, y al relativamente poco tiempo quedó aparcado en pro de cualquier otro. Quizás me parecía que por momentos iba de demasiado trascendental, o intimista o no estaba yo para lamentos varios y variados, o quizás ese san benito que arrastra (de hijo de y de, marcado por y por) no me iba mucho y me cansó, ya digo, relativamente pronto. Quizás también por eso no había leído mucho (o nada) sobre él y pillé la filtración de este disco sin tampoco demasiado entusiasmo inicial, con ganas pero tampoco me moría por nuevas canciones suyas. El caso es que, si ya me gustó a la primera, tras sucesivas escuchas finalmente me encandiló por completo hasta tal punto que creo que es lo que más he escuchado estas semanas. Con estas nuevas canciones de arreglos más ricos se confirma lo que ya bien se intuía con su anterior disco, que su música defiende tradiciones y bebe de los clásicos del folk, y que si sigue así quizás en un futuro merezca un lugar destacado él también. Si hablamos de las canciones, en este segundo disco parece darse un paseo por la tristeza para dejar al final un sabor más dulce y esperanzador. Quizás ha aprendido que la tristeza o melancolía también puede ser bella y hasta resultar exultante y que la solemnidad está bien, pero en su justa medida. Para curiosidad queda el detalle de que en el single que le sirve de presentación, shampoo, hace una referencia cruzada con el clásico folk, (al que yo pongo voz de Nina Simone aunque muchos otros también la hayan hecho suya) Black is the color (of my true love’s hair) y en su canción Perkins dice Yellow is the color of my true love’s crossbow/black is the color of a strangled rainbow.
Y si hablamos del propio Elvis Perkins tendría que hablar primero de su voz, maravillosa y emocionante, preciosa, que me tiene más que fascinada y enamorada. Ya he comentado muchas veces lo que me ocurre a mí con las voces, que me enamoro de ellas. Pues si en el disco ya se intuía, en el directo impresiona, encandila y sorprende por lo portentoso y natural que suena. Además de eso, yo no tenía en mente muchas imágenes de Elvis Perkins, quizás aquellas de promoción del Ash Wednesday en las que sale de negro, con el pelo corto, gafitas redondas y una chaqueta negra que le daba algo de empaque. Pues decía que tenía eso en mente cuando de repente me encontré con algo mucho mejor y que no se me pareció nada a las pocas y difusas imágenes que tenía de él. Antes del concierto, con la cervecita de rigor, pasó por mi lado un tipo del que pensé ‘mira tú que gracioso el tipo este con el gorro’ tras lo cual justo me dijeron ‘míralo! está ahí’ y a lo que yo preguntaba ‘quién, dónde’ continuó un ‘ah! claro es que ha venido su hermano a verle y está saludando y tomando algo con ellos’. Yo, que nunca me entero de nada y que vivo en la inopia más absoluta, no sabía ni que tenía un hermano ni que este era actor ni famosillo o algo, si ya me cuesta con lo propio como para hacerme con el famoseo local. El caso es que el del gorrito gracioso era el mismo Elvis Perkins, y yo nunca lo hubiera dicho, como que me parecieron dos personas distintas, el Elvis Perkins que yo tenía en mente con el Elvis Perkins que se me apareció entre la gente con el gorrito naranja y el pelo largo, muy delgado y algo desgarbado.
Además de que este nuevo disco me gustase desde el primer momento, al poco daba varios conciertos en la zona, uno de ellos en Troubadour, una sala (un antro de años y solera) que me encanta y es de mis sitios preferidos por aquí, con lo cual se convirtió en cita obligada para, además, la siempre agradecida noche de un jueves. Después de verle en concierto tengo que decir que las aristas e irregularidades que encontraba en este segundo disco se me redondearon en el directo. Un muy buen directo que pasa por momentos de algarabía, divertidos, a momentos más íntimos, preciosos, intensos en los que la voz te envuelve delicada, también por momentos dispuestos a hacernos devotos a todos aquellos que llenamos Troubadour, que si no puso el cartel de sold out le faltó bien poquito. Elvis Perkins se ha rodeado de una banda estupenda que no solo le arropa sino que además es partícipe y protagonista del concierto, tal es así que el mismo Perkins se colocó en un discreto lateral cediéndole el centro al contrabajo o al trombón o al auténtico hombre orquesta en el que se convirtió el batería, dándole una gran solidez a las canciones. Tres tios, cuatro con el propio Elvis, pero que parecen muchos más en cuanto comienzan a jugar, y digo bien jugar porque no tocaban, jugaban con los instrumentos e incluso diría que hasta entre ellos. El buen rollo, alguna bromita tímida y el placer de tocar juntos se veía en todo momento, canción a canción. Me llamó la atención también que de buenas a primeras soltara de golpe toda una serie de canciones del disco que presentaba nada más comenzar, canciones que a mi modo de ver son tan buenas y con tal pegada que bien hubieran podido ocupar un lugar más avanzado en el show, no se si eso denota seguridad en su repertorio o qué, porque este no decayó ni un segundo en las casi dos horas que nos tuvieron enganchados. Porque fue enganche, real y completo, a él, a su voz, a la banda y las canciones por supuesto. Si no recuerdo mal, que de esto hace ya un par de semanas, terminaron el concierto con una Doomsey totalmente alegre y fiestera que nos dejó a todos con una más que buena sensación. I don’t let doomsday bother me, do you let it bother you?